En un paseo por la blogsfera gastronómica es fácil darse cuenta de que hay dos corrientes bien definidas:
La de las cuquis y la de la de los anticuquis, dicho sin acritud ninguna ni lo uno ni lo otro.
La primera es aparentemente muy femenina (de niñas, vamos) y marcadamente esteticista, de una corrección que podríamos llamar ñoña.
La segunda, se caracteriza principalmente por el odio a la otra, aunque también tiene intenciones tan estético-pedantes como la otra, y alguien muy malpensado podría decir que peca de una misoginia tremenda, independientemente del género de su autor.
Los cupcakes son el máximo exponente de la primera y su sola mención produce una urticaria rabiosa a los anti-malenis.
Yo reconozco que no tengo nada en contra, me parecen graciosas esas mini tartas tan coquetas que pueden ser deliciosas. Me parece demagógico acusarlas de artificiales, pueden hacerse tan naturales como queramos, sólo son tartas en miniatura... no el fin de la civilización!
Así que hoy me descuelgo con una receta de un cupcake sólo apto para adultos, con una combinación tan infalible como es el queso (curado, of course) y el dulce de membrillo, el mío era un regalo, pero os recomiendo la receta de O garfelo, sencilla y deliciosa.
Como creo que el cupcake tiene un libro de estilo muy claro, y aunque el sabor a quesazo no acaba de ser mega-cuqui, he optado por darle un look de manual: copete de icing, sprinkels su perlita y su corazón... una monada, oiga! Así, el factor sorpresa al morderlo está garantizado. Los encuentro super ideales para reuniones tipo amigotes viendo una final Madrid-Barsa.
He usado la receta de bizcocho de zanahoria que usé en la receta de cupcakes de moras, pero sin las moras, que me parece insuperable, y en lugar de buttercream, que me resulta más empalagoso he hecho la crema de mantequilla de Biscayenne, con un poco más de almíbar para que quedase más cremosa.
Cupcakes de queso y membrillo
150 gr de dulce de membrillo
Para el icing de queso
200 g de mantequilla en pomada
3 yemas
200 g de azúcar
15o ml de agua
1 tarrina de crema de queso curado
Hacer un agujero como se ve en la imagen en cada magdalena y rellenar con el dulce de membrillo que previamente habremos licuado calentandolo y añadiendole un poco de agua, hasta que tenga la textura de una mermelada no muy espesa, se trata de que empape un poco el bollo.
Con el azúcar y el agua preparar un almíbar a punto de hebra floja.
En un bol, batir las yemas e ir echando el almíbar en un chorro fino sin parar de batir, para que el huevo no se cuaje. Volver a poner al fuego, removiendo sin parar hasta que espese como unas natillas ligeritas.
Dejar enfriar y incorporar la crema de queso, en mi caso con media tarrina me pareció suficiente, después la mantequilla, mezclando con el batidor hasta que al pasar un tenedor deje surcos.
Coronar la magdalena con el icing, dandole el acabado mas cursilón posible y disfrutar.
Nota: La crema de mantequilla es deliciosa, pero no puede dejarse fuera del frigo por el tema yema, y tiende a endurecerse si se refrigera por lo que es mejor cubrirlas justo antes de comer... pero vale la pena!